Peña de Francia

Aunque con un poco de retraso, incluyo ahora un pequeño resumen de una experienca que pude vivir con  mis inseparables compañeros de fatigas Paco y Espino, a principios del pasado mes de Septiembre:

La subida a la Peña de Francia. 


Mapa de Stuación



La Peña de Francia es una montaña situada a 1.727 metros de altitud, ubicada en la provincia de Salamanca, muy cerca de la comarca cacereña de Las Hurdes.  Se trata de un lugar muy conocido dentro del mundo ciclista. 


Vista de la Peña de Francia



Utilizamos como base de operaciones la localidad hurdana de Riomalo de Abajo, que en realidad es una alquería  perteneciente al concejo de Caminomorisco. Ya conocíamos Riomalo de unos años atrás cuando visitamos esta comarca por primera vez. Se trata de una población muy pequeña, que está enclavada en un entorno natural de gran valor. Cuenta así mismo con una piscina natural sobre el río Ladrillar, afluente del río Alagón, que pasa muy cerca también de esta población.   Por cierto, es obligatoria la visita al famoso Meandro Melero.


Entorno de Riomalo de Abajo

Piscina Natural sobre el río Ladrillar

Río Alagón en las proximidades de Riomalo

Entrada a Riomalo

Meandro Melero



Preparados para salir







Saliendo de Riomalo, nos dirigimos a la alquería de las Mestas, donde Don Cirilo nos saluda al atravesar el casco urbano. Una vez hemos atravesado las Mestas, dejamos atrás nuestra querida Extremadura y nos adentramos en Castilla y León, que nos regala unas bellas estampas del paraje de las Batuecas, que es Parque Natural. Y es aquí donde comienza lo interesante del recorrido. La carretera comienza a ponerse cuesta arriba de una forma insidiosa y la sucesión de curvas, hace que nos sintamos como auténticos ciclistas de la Vuelta a España. Estamos subiendo el Portillo de las Batuecas. Se trata de una subida de 15 kms aproximadamente con una pendiente media del 5,5%. El paisaje es espectacular. Una vegetación muy frondosa, con multitud de animales salvajes, algunos de los cuales transitan descuidadamente por las proximidades de la carretera. A medida que vamos ascendiendo, las vistas son más espectaculares. 












Coronamos el puerto a 1.240 metros y por supuesto, tuvimos que inmortalizar el momento. 







A partir de ahí, bajada muy agradable  hasta la localidad de la Alberca, que nos sirve para recuperar fuerzas. No hace falta decir nada sobre esta localidad, pues creo que ya está todo dicho. Si alguien aún no la conoce, ya está tardando en visitar este precioso pueblo charro. 


A unos dos kilómetros y medios de la Alberca, una vez atravesado el río Francia,  tomamos un desvío a la izquierda para dirigirnos al objetivo principal de nuestra ruta, la subida a la Peña de Francia, aunque realmente dicha subida no se encara hasta que no volvemos a realizar un nuevo giro a la izquierda. A partir de ahí, nos esperaban 11 kilómetros de ascensión.
 Los primeros kilómetros se realizan de forma más suave, debido a una pendiente moderada y a que el paisaje está conformado por un bosque de pinos y robles que protegen del viento y entretienen nuestra mirada. Pero a partir del kilómetro 8, el paisaje se muestra ausente de vegetación, por lo que el viento incrementa la dureza del recorrido y aparecen a su vez, algunos tramos de subida con pendiente más pronunciada.  Recuerdo con gran cariño las palabras de ánimo que las personas que transitaban por la zona  insuflaban en nuestras desgastadas fuerzas, haciendo algo más ameno el ascenso.







Coronando







Una vez coronada la cima, la sensación de cansancio se entremezcla con la enorme satisfacción de haber conseguido un reto que tiempo atrás nos parecía difícil de conseguir.












Vistas desde la cima







Tras una larga parada para recuperar fuerzas, iniciamos el regreso. En este caso, teníamos dos opciones:
 Tomar dirección Sotoserrano en Salamanca, para después dirigirnos a Ríomalo, haciendo en este caso un recorrido circular, o hacer el mismo camino que habíamos hecho por la mañana, pero en sentido contrario. Optamos por la segunda opción y pudimos por lo tanto disfrutar de dos vibrantes descensos, el de la Peña de Francia y el del Portillo de las Batuecas. Por lo tanto, gran paliza de bajadas y curvas que nos dimos antes de encarar el regreso al Hostal Labrador en Riomalo, donde la cerveza fría y una suculenta comilona nos estaban esperando. 





Experiencia fantástica que perdurará mucho tiempo en nuestra memoria, tanto por lo espectacular del paisaje, como por la exigencia física y por supuesto y como siempre, por la grata compañía de esos dos grandes deportistas que son los anteriormente mencionados Paco y Espino.



Hasta la próxima (que espero que haya más, pues  esto engancha) 







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